lunes, 11 de noviembre de 2013

La sisi


Generar contenidos a partir de cosas triviales no es cosa fácil, sin embargo no es eso lo que pretendo en estas líneas, sino más bien exponer vivencias, acontecimientos aparentemente intrascendentes pero que tienen algunos matices que los hacen parecer y quizás ser interesantes.


Un amigo me regaló hace varios meses atrás  un gallo, blanco de una raza de aves pequeñas llamadas garnizê.  El gallo solo, intentó migrar para otros lados en busca de compañía, por lo que decidí comprarle una gallina. Feliz el gallo con su compañera comenzaron rápidamente a procrear por lo que a la primera nidada  se sumaron 13 polluelos… De allí que decidí ponerle por nombre Sisi a esa gallinita negra, hábil ponedora y muy buena madre, por dos razones, la primera, porque siempre le dice que sí al gallo, que la monta varias veces en el día. Como estoy instalado en forma provisional en el sitio, por la construcción de la casa, puse un improvisado gallinero hecho de tres placas de techo de fibrocemento, justo al lado de afuera de la mediagua donde duermo. La idea original no era muy buena por los hedores del excremento de los plumíferos, y lo bochinchero del gallo que me despertaba a las 4 de la madrugada con su estridente canto. Pero el problema era que cuando comenzaba a cantar el condenado gallo no paraba más, contaba tandas de 14 cantos repetidos cada dos o tres minutos, luego un breve intervalo de una media hora y de nuevo otra tanda y así pasaba rápidamente  el tiempo obligándome a levantar temprano.  Salvo esos inconvenientes dicha idea no resultó tan fuera de lugar como ya verán.

Me gusta criar animales, siempre he dicho que si tuviera dinero, me compraría un campo para criar vacas, ello porque bajo mi camisa hay una piel curtida al sol en las largas jornadas vividas y trabajadas en el campo que fuera de mis padres, en mi juventud de tiruano.
Descansando bajo la construcción
En la ciudad, dichos gustos no se pueden realizar por lo reducido de las ratoneras donde los humanos acostumbramos a vivir, por lo que, un par de perros y algunas gallinas ya es un lujo. Por ello, ese par de perros cocker y aquellos polluelos me regalan alegrías más que molestias. Sin embargo, una noche mi improvisado gallinero tuvo una visita inesperada, un gambá o zarigüeya quiso cenar con mis gallinas. Cuando el bicho dio la primera dentellada en la cola del gallo, el barullo que éste hizo me hizo saltar de la cama y dar un fuerte golpe de puño a las tablas de la pared que divide el gallinero del lugar donde duermo, además de varios gritos para ahuyentar la raposa. Dicho y hecho, el gambá salió huyendo con unas cuantas plumas en el hocico arrancadas  del rabo del gallo. La sisi por su parte “apretó cachete” (1) con sus pollitos  huyendo despavoridos del lugar. Por desgracia, los perros, que en ese entonces eran tres, en vez de cazar la hábil ladronzuela las emprendieron con los polluelos, dos de ellos murieron en sus fauces esa noche, el resto también acabó muriendo a manos de una perra media “viralata” que tenía, con excepción de dos que se salvaron, un par de bellos ejemplares garnizê, el macho, un  gallito amarillo con cresta baja (rosa) y aretes dorados el cual cambié por un gallo, algo mas viejo para evitar el intercambio de los mismos  genes. La hembra una polluela negra igual a  la sisi, pero con dos aretes blancos bajo sus oídos, Hoy, ya tiene como seis meses y acabó de poner su primer huevo, tan pequeño que parece de paloma. A todo, esto mudé el sitio del gallinero y puse a dormir mi hacienda debajo de una “Caixa de agua”(2),sin embargo el nido siguió ubicado en el antiguo lugar.

Pero esta historia no acaba allí, el gallo original murió atropellado por un vehículo en la calle frente al sitio, pero su herencia quedó latente en los huevos fecundados en la sisi, quien comenzó a poner nuevamente, esta vez, no me comí ninguno de sus huevos, los dejé allí en el nido hasta que la sisi vió que tenía suficientes  y encluecó cuando tenía trece de ellos. El período para empollar es de 21 días, para colmo, el gambá  que ya conocía el sitio donde estaba el antiguo gallinero, vino de nuevo, para ver si esta vez tenía más suerte, y acabar cenando gallina al natural. Ocurrió exactamente lo de la vez anterior, al barrullo de terror de la sisi, fuerte golpe de puño en la pared, el gambá que sale aprisa con el hocico lleno de plumas arrancadas del pescuezo de la sisi, y esta que abandona sus huevos y huye hasta el otro extremo del sito. Me levante en calzoncillos y descalso, como esa noche había luna, pude ver al gambá salir  sin prisas del sitio equilibrándose por el borde superior del muro. Quise arrojarle un ladrillo, pero del otro lado estaba la ventana de mis vecinos, por lo que dejé irse al bicho sin apremio alguno. Los perros por su parte dormían en el otro extremo del terreno. Me vestí y comencé a buscar a la sisi para volverla a su nido pues el frío podía malograr la nidada. La hallé en la esquina opuesta, pero con el susto, la pobre también huía de mí.  Por ello retiré el nido y lo puse en una caja de cartón dentro de la mediagua donde vivo, cuidando de poner sobre ellos un par de camisas que calenté en el horno, repetí esta acción un par de veces hasta que conseguí atrapar a la sisi y ponerla luego sobre sus huevos para que completara la última semana que le faltaban.Así que acabé durmiendo junto a la sisi hasta que los pollitos rompieron el cascarón y más una semana después a causa  del mal tiempo.

Del gambá no supe mas, salvo que dos días después de esa visita, apreció  muerto por los perros de la calle un hermoso ejemplar macho, supongo que fue el mismo que quería cenar gallina escabechada.

En mi largo peregrinar, me he topado con varios casos que para un citadino sería  motivo de espanto, pero, yo me considero campesino pese a que he pasado la mayor parte de mi vida en la ciudad. En una oportunidad, cuando era microempresario de la madera, me pasaron una bodega para pernoctar unos días mientras aserrábamos unas trozas de pino insigne. Puse mi cama a ras de piso en medio de una hilera de sacos de papas a la derecha y de otra de trigo a la izquierda. La primera noche no hubo gran problema, sentía algunos ruidos pero lejos de donde estaba durmiendo. Pero los días siguientes los ruidos de ratones comenzaron a acercarse, los bichos se estaban acostumbrando a mi presencia. Ya por el tercer o  cuarto día, eran tan desvergonzados que pasaban algunas veces a las carreras por encima de mi cama, tenía que apartarlos a patadas. Tuve que arrendar una casa en la ciudad a unos cuantos kilómetros del lugar de la faena para librarme de los guarenes. Por estos días en que la sisi estaba pernoctando dentro de casa con su nube de polluelos (sacó los trece huevos con los cuales se echó, pero lo curioso es que cuando conté los pollitos comprobé que eran trece pero había un huevo huero adicional en el nido, la pilluela puso uno más después que encluecó), me percaté de ciertos ruidos que no eran de la sisi, Un ratón pensé, pues la bolsa con comida de los perros estaba con hoyos, pero no encontraba heces de roedores. Pasaron algunos días cuando de repente, entré de improviso a la mediagua y vi correr un ratón  del tamaño de un guarén “chilensis”, que fue a esconderse bajo mi cama. Me llamó la atención que dicho ratón llevaba al correr su cola levantada, pensé, estos ratones brasileños son distintos de sus parientes chilenos. Desarmé la cama para matar el intruso y se me desapareció, por lo que fui de inmediato a comprar veneno, y comencé a alimentarlo con raticida, se comió los 5 paquetes que compré, y como no lo sentí mas, supuse que estaría moribundo. Una noche, me despertaron los ruidos de pequeños objetos que caían. ¿Será el gambá que quiere acabar con mi gallinero? Me levanté para encender la  luz y justo, allí mismo, al lado del interruptor que acababa de pulsar, estaba el ratón mirándome paralizado equilibrándose en el travesaño donde las tablas del exterior fueron clavadas. Tomé una tuerca grande que había caído al piso  y se la tiré al bicho que cayó al suelo moribundo por el golpe. Para mi sorpresa, el bicho no era un ratón, era un cachorro de Gambá que estaba viviendo a mis expensas. Si me hubiese dado a cuenta antes no le habría dado veneno, habría intentado atraparlo para devolverlo al medio ambiente. Por suerte el bicho no mató ninguno de mis polluelos, pero me apena haberlo confundido con un ratón, de allí la explicación del su cola levantada (tienen una cola prensil parecida a la de los monos, esto es, el último tercio vuelto hacia abajo formando una  especie de hoz [*]


Me enternece como la sisi cuida su prole,
Capeando el sol en el sitio del vecino
me recuerda algunas madres que lo dan todo por sus hijos. Los llama para indicarles “aquí hay comida”  y los pollitos vuelan donde ella está, remueve la tierra,  los guía hacia el sitio del frente, cuyos dueños viven en otra ciudad, y se queda vigilante todo el tiempo pues hay gavilanes y halcones, la he visto enfrentarse a un gavilán para protegerlos. A su señal de peligro, los polluelos corren a esconderse, y cuando escuchan  su clo- clo-clo, les dice que “está todo bien, estoy aquí, no se alejen demasiado”. Los pollitos han crecido y aun comen de mí mano. Se han adueñado del sitio aquel,  cuando buscan el abrigo de la sisi, esta apenas alcanza para dos o tres, y casi la levantan del suelo para quedar bajo sus alas.  Dentro de poco los dejará pues  ya está viviendo la tiranía de sus hijos, ahora ya no va delante de ellos, intenta seguirlos a toda costa para darles sus cuidados y las últimas lecciones…  pero éstos habrán aprendido a cuidarse por si solos.


 Yo también dentro de poco dejaré esta mediagua, para mudarme a la nueva construcción, aunque aún inacabada. Se ve que va a quedar  hecha un  primor. Los dueños con certeza habrán hecho un buen negocio, cuadruplicarán su inversión. Pero yo gané mucho más: si alguna vez deshonré mis dichos, para escuchar al corazón; esta  vez habré honrado mi palabra. Ya podré continuar mi marcha al encuentro con mi destino, aunque pensándolo bien y parafraseando a aquel cantor español: no hay destino, el destino se construye  al caminar. (3)



(1) Apretar cachete: Expresión popular usada en Chile y que significa huir, o salir corriendo. Viene de la idea de que quién quiere comenzar a correr debe endurecer los glúteos para conseguir darle buen impulso y velocidad a sus piernas.
(2) Caixa de agua:  Del portugues, significa literalmente caja de agua y  es un receptáculo usado en Brasil como reservatorio de agua en las casas.  
(3) “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”: Joan Manuel Serrat.
[*] Vean el siguiente enlace donde un  morador de Viamão en Río Grande do Sul, adoptó una camada de cachoros de gambá cuya madre habia muerto: 
https://mariliaescobar.wordpress.com/2011/10/23/morador-encontra-ninhada-de-filhotes-de-gambas-no-rs/

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